Las claves del networking profesional
Rosaura Alastruey
Directora de ProyectosTIC
Las claves del ‘networking’ profesional
La estratégica gestión de la red de contactos es un interesante recurso que puede cultivarse con objetivos personales, profesionales e incluso sociales.
Evidentemente, el concepto como tal no es nuevo, aunque sí es cierto que últimamente todo el mundo habla de ello. Somos seres sociales por naturaleza y nos relacionamos entre nosotros desde el principio de los tiempos. Lo que es «más nuevo» es la manera en como se trabaja y, sobre todo, el gran refuerzo que aportan y proporcionan las diversas herramientas tecnológicas que desde hace algunos años están a nuestra disposición.
No hay normas escritas. De hecho, en esta estratégica disciplina hay mucho de sentido común y «buen hacer». No obstante, para establecer una sólida base sí podemos presentaros un interesante decálogo de premisas a seguir:
1) Actuar con generosidad. Se empiece en el momento en que se empiece, siempre hay que hacerlo «sembrando» y sin esperar nada a cambio. En nuestro particular lenguaje, el de los networkers, es lo que se conoce como «dar para recibir». El actuar por puro interés y además bajo un punto de vista individual es una estrategia posible, pero en absoluto recomendable. Hay que recordar siempre que el mundo es muy pequeño (vamos, un pañuelo) y aunque este comportamiento pueda parecer que funciona, a la larga se verá que es totalmente contraproducente.
2) Pensar estratégicamente. Hacer contactos es, o parece, una tarea muy fácil. Parece tan sencillo como, si se quiere, hacer un clic con el ratón de nuestro ordenador. Pero hacerlo de manera metódica y productiva es bastante diferente. El trabajo de red siempre debe regirse por un hilo conductor llamado «estrategia» que, además, debe ser personal e intransferible. Y la creación de esta estrategia debe basarse en:
a) saber que tengo (análisis),
b) preguntarse para que lo quiero (reflexión)
c) planificar cómo lo voy a hacer (objetivos).
3) Darse tiempo. Hay que tener claro que los resultados no van a ser inmediatos. O, al menos, que aquellos que se obtienen a corto plazo (que, evidentemente, también los hay) sólo son la punta del iceberg de los que permiten que la red empiece a «funcionar sola». ¿Y cuándo pasa eso? Muy fácil, cuando son los otros los que hablan de ti y de lo buenos que son tus servicios o cualidades profesionales. Y eso sólo se consigue demostrando «lo que se vale» y obteniendo la confianza de los demás, que por cierto, cuesta mucho de ganar y muy poco de perder.
4) Convertirlo en filosofía de vida. El buen network nunca puede plantearse como una actividad, ya me permitiréis que lo diga así, de carácter «extraescolar». Al igual que las buenas ideas no tienen horario fijo, los buenos contactos pueden surgir en el momento o situación menos pensada. Por tanto, debe formar parte de nuestra vida diaria. Y para ello, lo más importante es entender que se requiere este «cambio de chip».
5) Ser proactivo. Aunque a algunas personas les pueda costar más que a otras, es muy importante «dejar la timidez en casa». Ser lo que se conoce como «flor de pared», es decir, querer observar más que ser observado no es una postura atractiva ni productiva. En nuestro trabajo de red hay que buscar, invertir, localizar, explicar, conocer, contactar y navegar. Es decir, crear y provocar continuamente nuevas situaciones de network.
6) Encontrar el equilibrio perfecto correcto. No olvidemos que las redes de contactos tienen un elemento básico: las personas. Por lo tanto, nunca se puede perder el contacto personal, que además es innato a la persona humana. Es más, el contacto virtual mejora exponencialmente tras un contacto presencial. Por tanto, ni se puede hacer todo el trabajo de manera virtual ni tampoco de manera presencial. Hay que buscar y encontrar el equilibrio perfecto.
7) Dominar el arte de la comunicación (verbal y no verbal). Una cosa está clara, los «demás» no están ahí para escucharnos eternamente. Es más, a veces no hace ni falta. Los diez primeros segundos de establecimiento de contacto son suficientes para crearse «la impresión» que luego lo regirá todo. Hay que aprender a controlar todos los aspectos comunicativos que nos rodean. A nivel verbal, por supuesto, con presentaciones concisas, diferentes y originales. Y a nivel no verbal, que casi se puede decir que llega a ser más importante que el discurso en si, a controlar todos aquellos aspectos (como la vestimenta, el maquillaje, la postura corporal, los complementos, etc.) que sin lugar a duda influyen y mucho.
8) Disponer de una buena agenda de actividades. Los eventos presenciales son una fuente inestimable de obtención de nuevos contactos. Hay que tener claro que no se puede asistir a todos. Ni siquiera queriendo tendríamos tiempo suficiente. Y de hecho, tampoco sería productivo. Tener una buena y completa agenda, con periodicidad mensual si se puede, que recopile las citas que mejor encajen con la estrategia es realmente imprescindible para un correcto networking. Y, además, una buena agenda no se debe limitar a los eventos de network puro, sino que debe también contemplar eventos temáticos y sectoriales, así como otros que nos permitan mejorar nuestras habilidades comunicativas y personales.
9) Aumentar el valor de su red. Sea cual sea su tamaño, hay que potenciar esa riqueza. Y para hacerlo, lo mejor es esforzarse en presentar nuestros contactos a terceros. Estos no se pueden ver únicamente como un tesoro personal. De esta manera, todos salimos ganando.
10) Reforzar con la tecnología. Internet y las herramientas tecnológicas que actualmente están a nuestra disposición nos ayudan a gestionar mejor nuestro trabajo de red. Desde directorios profesionales virtuales a plataformas on-line específicas de network propias de la Web 2.0, su utilización no sólo nos ahorra tiempo sino que sobre todo nos aporta posibilidades antes inexistentes. Eso si, estas herramientas siempre deben ser vistas como un refuerzo o complemento y no como un sustituto del contacto presencial.